Boletín FAHHO Digital No. 50 (May 2025)

El legado de Atonaltzin de Sebastián van Doesburg

Isabel González
Presentación en el templo histórico de Coixtlahuaca. Fotografía: Acervo de la BIJC

La práctica de la escritura anida muchos y diversos cuestionamientos. Se trata de un proceso que naturalmente segrega preguntas y reflexiones. Y pienso que una de las interrogantes que alcanza a toda persona que se dedica a este oficio es, sin duda, la siguiente: ¿Por qué y para quién escribimos? Esta interpelación —ya veremos de qué manera— me conduce a hablar sobre el libro de Sebastián van Doesburg, El legado de Atonaltzin. La historia pictográfica de la región de Coixtlahuaca. Siglos XI al XVI, editado por la UNAM y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca.

El libro ha sido presentado en varias ocasiones desde inicios de este 2025: la primera ocurrió el 25 de enero en el Museo Regional de Huajuapan; la segunda sucedió el 27 de febrero en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería; la tercera tuvo lugar en San Juan Bautista Coixtlahuaca el 28 de marzo; y la cuarta presentación se llevó a cabo en el Centro Cultural San Pablo el 7 de abril.

Este libro es el resultado de los treinta años de estudio que van Doesburg ha dedicado a un extraordinario grupo de al menos diecisiete documentos pictográficos (lienzos y códices), los cuales fueron producidos en los palacios mixtecos y chochopopolocas de la región de Coixtlahuaca durante el siglo XVI: Lienzo de Coixtlahuaca I (Ciudad de México), Lienzo de Coixtlahuaca II (Berlín, Alemania), Calca A (Nueva Orleans, EUA), Lienzo de Tlapiltepec (Toronto, Canandá), Lienzo de Tequixtepec I, Lienzo de Tequixtepec II, Lienzo de Ihuitlán (Nueva York, EUA), Lienzo de Tulancingo, Lienzo de Nativitas, Lienzo de Otla, Códice Baranda (Ciudad de México), Rollo Selden (Oxford, Reino Unido), Fragmento Dorenberg (Oaxaca), Atlatl de Tepelmeme (Washington, EUA),1 Mapa de Tecamachalco (Basilea, Suiza), Mapa Ecatepec-Huitziltepec (Washington, EUA), Códice Topográfico Fragmentado (Ciudad de México). De estos documentos, solo cinco se conservan en la región de origen.

Este corpus documental es vasto en número, pero lo es aún más en temporalidad. La interpretación de estas fuentes históricas no se agota en el contexto del siglo XVI, sino que nos retrotrae hasta el siglo XI, momento desde el que registran el desarrollo de los señoríos multiétnicos de la región por medio de una amplia red de relaciones genealógicas, políticas, económicas y rituales que alcanzaron un gran influjo y dominio, justo en la zona donde los pueblos de la actual mixteca oaxaqueña colindan con los pueblos nahuas del centro de México.

El libro consta de más de 500 páginas con ocho capítulos más un apéndice, donde se analizan y comentan a profundidad textos correspondientes a la región de Coixtlahuaca y al sur de Puebla. Al proporcionarnos detalles de los documentos pictográficos, las más de 240 imágenes a color y en alta definición que se encuentran en el libro no solo permiten seguir los argumentos de su interpretación, sino que esa abundancia ilustrativa habla de la importancia que la imagen tenía en el registro de la memoria de las culturas mesoamericanas. Porque la mayoría de esos documentos fueron producidos siguiendo técnicas y convenciones de las tradiciones pictográficas de origen prehispánico, aunque atravesadas por las convenciones de representación y la escritura occidentales. La imagen como pictografía o como letra, es decir, como una unidad de significado, es importante para reconstruir una memoria fragmentaria, fraccionada por un proceso de transformación cultural que fue violento y por el hecho de devenir con esa marca. Así, pues, necesitamos la imagen para seguir y comprender los hilos de esa historia, del mismo modo en que nos hace falta la oralidad, o bien, el reconocimiento del territorio, del paisaje, cuando se trata de la interpretación de topónimos, de los escenarios que contextualizan las hazañas y acontecimientos dignos de rememorar.

Presentación en el Centro Cultural San Pablo. Fotografía: Eduardo González

Esa es, precisamente, la tarea a la que Sebastián van Doesburg se entregó. En cada exposición, los ponentes que lo acompañaron en las mesas de presentación reconocieron la labor del investigador, quien no solo recorrió los documentos pictográficos, sino los territorios que ahí se representan para descifrar las historias que entretejen, al tiempo en que se relacionó cercanamente con los herederos de esas memorias.

Por eso resulta profundamente significativa la presentación realizada en San Juan Bautista Coixtlahuaca, que tuvo lugar en el templo histórico del pueblo con la participación de las autoridades y los asistentes suficientes como para abarrotar la iglesia; con un interés tan notorio capaz de hacerles olvidar el paso del tiempo actual para entregarse al tiempo ancestral que evoca El legado de Atonaltzin. Ese prístino interés por el pasado encuentra su razón en los acuciantes problemas del presente, aquellos relacionados con la pérdida identitaria arraigada en fenómenos tan complejos como la migración. De modo que este suceso no solo consistió en una exposición y promoción del libro, sino en un acto de agradecimiento hacia van Doesburg, tanto por compartir su conocimiento como por la amistad que ha forjado con los pueblos involucrados en su investigación. Así, la comunidad de Coixtlahuaca no solo ve en este libro la investigación histórica más importante sobre su pueblo, sino una oportunidad para reconstruir su identidad por medio de la recuperación de una memoria histórica cuya voz resuena en chocholteco. El rescate de la historia es lo mismo que la reivindicación de la lengua, entonces, de la identidad. Se trata de recuperar incluso el sentido de la vida.2

No es mi intención referir cada una de las presentaciones de El legado de Atonaltzin, más bien, intento rescatar aquellos aspectos que convierten a la presentación de un libro, de este libro particularmente, en un acontecimiento relevante. Quizá sea que como estudiantes de Humanidades se nos prepare para escribir y que, en el ámbito internacional, los investigadores se midan por la calidad e influencia de sus libros. Pero algo muy diferente es explicar y defender la importancia de estas publicaciones en particular, y me parece que, por lo que ya he mencionado, El legado de Atonaltzin es un ejemplo para hacerlo. En este sentido, no es casual que en el Centro Cultural San Pablo la presentación también se haya tornado en un reconocimiento y un agradecimiento para el autor. La doctora María Isabel Grañén Porrúa no solo elogió su rigor académico, sino que remarcó los lazos sociales y amistosos que van Doesburg ha tejido con las comunidades. Pues son estos lazos los que también han forjado un vínculo de confianza entre los pueblos originarios y la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca desde el 2001, cuando Sebastián se unió a la FAHHO. Su visión de historiador y humanista, respaldada por sus treinta años de trabajo documental y de campo, ha propiciado que los proyectos de recuperación, restauración y conservación que la FAHHO emprende sobre el patrimonio tangible e intangible de Oaxaca —patrimonio lingüístico, documental, bibliográfico y arquitectónico— estén respaldados por el conocimiento, la comprensión, la responsabilidad y el respeto hacia las comunidades.3

Haber conocido en cada una de las presentaciones los detalles del proceso de realización de esta obra —que tardó treinta años en ver la luz, entre la basta investigación, la escritura (y reescritura) y la edición—, es más que significativo. Lo que sucedió es que, al escribir un libro, Sebastián van Doesburg permitió que otras cosas sucedieran: reencontrar a una comunidad con su patrimonio cultural, iniciar el rescate de una lengua, buscar la reconstitución de la identidad, emprender procesos de conservación del patrimonio tangible e intangible.

El legado de Atonaltzin se convierte en sí mismo en otra memoria, aquella que corresponde a la vida de su autor y los vínculos que su obra le permite establecer con los demás: ahí se entretejen las horas de estudio, los viajes, las adversidades, las amistades, las complicidades, los éxitos académicos, los logros laborales, los triunfos personales… Como señala Verónica Loera y Chávez, coordinadora del trabajo editorial de este libro, “El Legado de Atonaltzin es el legado de Sebastián van Doesburg”.4 Y no es que el autor no haya escrito otros libros, pero no podríamos pedirle, dada su extensa trayectoria, que se limite a escribir relatos cortos ni que deje de narrar, de conducirnos al pasado para comprender los problemas que enfrentamos en el mundo que vivimos ahora.

Cuando pensamos en aquello que ha hecho cambiar nuestras vidas, o al menos la perspectiva que teníamos sobre algún asunto, podemos remitirnos a diversas experiencias y, en muchos casos, varias de ellas se asientan en los libros. Y este libro, sin duda, podría lograr alguna de estas transformaciones. Sin dejar de ser un texto sistemático y académicamente riguroso, El legado de Atonaltzin tiene una razón y un destinatario. ¿Para quién? Los pueblos originarios. ¿Para qué? Para contribuir a la justa lucha de las comunidades por el derecho a la autodeterminación, a la reconstitución y emancipación cultural y a la preservación de su memoria milenaria.5

1 Un texto excepcional, identificado en 2018, que se conserva en un atlatl o lanza dardos.

2 Savi Films, Presentación del libro “El legado de Atonaltzin. La historia pictográfica de la región de Coixtlahuaca. Siglos XI a XVI”, en el histórico Exconvento de Coixtlahuaca. Obra del Dr. Sebastian van Doesburg, 3 de abril de 2025. https://www.facebook.com/share/v/16FKV1dqPd/

3 Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Presentación del libro El legado de Atonaltzin. La historia pictográfica de la región de Coixtlahuaca. Siglos XI al XVI de Sebastián van Doesburg, 8 de abril de
2025. https://www.facebook.com/fahhoaxaca/videos/presentaci%C3%B3n-del-libro-el-legado-de-atonaltzin-la-historia-pictogr%C3%A1fica-de-la-re/1181268606739394/?rdid=tcI0NNHh4iBe85Yh

4 Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Presentación del libro El legado de Atonaltzin.

5 Sebastián van Doesburg, “Si la montaña no va a Mahoma…; Un reencuentro con el patrimonio cultural chocholteco”. Boletín FAHHO Digital, No. 39 (Jun 2024):


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