Boletín FAHHO Digital No. 26 (May 2023)

La memoria histórica poblana: Cuatro lustros de pasión

Judith Fuentes

En memoria del maestro Jorge Garibay

Veinte años se dicen fácil, pero cuando se trata de un periodo en el que se suman acciones, proyectos de gran envergadura, resultados tangibles y personajes que coinciden en trabajo, entrega y pasión, el número se vuelve exponencial, no solo cuantitativa, sino cualitativamente.

Adabi celebra cuatro lustros de haberse conformado como una organización civil que se plantea la utopía del rescate de la memoria histórica del país. Sus cuatro pilares —don Alfredo Harp Helú, las doctoras María Isabel Grañén Porrúa y Stella González Cicero, y el siempre recordado maestro Jorge Garibay Álvarez†— ya habían coincidido años antes en su comprometida labor en el rescate de la memoria de México. La memoria histórica de Puebla, particularmente, es fiel testigo de ello, y el punto coincidente derivó del sismo que cimbró la ciudad en 1999, afectando gravemente la Biblioteca Palafoxiana. Don Alfredo y la Dra. Grañén cobijaron con su altruismo, generosidad y visión a esta biblioteca fundada por Juan de Palafox en 1646, con sus más de 45000 libros y manuscritos de los siglos XV al XIX, nominada Memoria del Mundo por la UNESCO en 2005. Allí inició la estrecha relación entre lo que más adelante sería Adabi y el vasto patrimonio cultural a resguardo del Gobierno del estado de Puebla.

A partir de la suma de voluntades y la pasión de Adabi por rescatar, catalogar, restaurar y preservar la riqueza documental de México, durante dos sexenios ininterrumpidos, la Fototeca Juan C. Méndez, la Fonoteca Vicente T. Mendoza, la Cinemateca Luis Buñuel, la Hemeroteca Juan N. Troncoso, la Biblioteca Palafoxiana y su taller de restauración, la Biblioteca Tola de Habich y los museos José Luis Bello y González y Casa del Alfeñique —colecciones únicas que resguardan de manera tangible el imaginario colectivo-cultural poblano—, fueron ordenadas bajo los más altos estándares con el objetivo de gestionarlos.

La pasión y esfuerzo de la doctora Stella González y del maestro Garibay trascienden la mera conservación de estas colecciones en consonancia con la afirmación de la unesco: los documentos cobran significado cuando crean lazos emocionales ligando a las personas con objetos, identidades y territorios. La labor de ambos en la formación de especialistas en el control y salvaguarda del patrimonio documental de Puebla es un ejemplo tácito e invaluable de ello. Sacudir lomos, mover y restaurar libros; estabilizar positivos, negativos e inventariar fotomontajes; encuadernar y microfilmar material hemerográfico; digitalizar medios sonoros; restaurar cielos rasos y códices y estar en contacto con alrededor de 200 000 piezas patrimoniales, permite valorar que el bien que se resguarda beneficiará a futuras generaciones, y que su utilidad trascenderá la mera investigación académica para convertirse en elemento de cohesión social. Esta concientización a largo plazo otorga al patrimonio documental su justo valor como memoria histórica y muestra su importancia para las sociedades actuales. Recuperar la memoria documental es una necesidad y un deber que reivindica su vigencia e importancia.

En Adabi confluyen afinidades y una persistente voluntad de esa recuperación. Sumar y enunciar el trabajo realizado es darle voz a los ausentes y a una memoria que busca estar viva y activa. La utopía del rescate del patrimonio documental y bibliográfico de México tiene en esta asociación un antes y un después. En Puebla, ese después se tornó en un círculo virtuoso con responsabilidad compartida, materializando la “pastoral cultural” que revirtió la siempre presente vulnerabilidad del patrimonio cultural.


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