La importancia de una seña en un contexto lingüístico
Se ha comentado que las lenguas de señas son lenguajes naturales que constituyen la identidad propia de una comunidad sorda. En nuestro país esto se reconoció el 10 de junio de 2005, pero a lo largo del tiempo se han realizado diferentes estudios de la signolingüística, es decir, la lingüística de la lengua de señas. En México destacan José Luis Magaña, Ernesto Escobedo, Miroslava Cruz-Aldrete y Luis Escobar Dellamary, por mencionar algunos: ellos han desarrollado las pautas sintácticas y gramaticales de las señas; con todo ese bagaje presentaré a continuación el breve ejemplo con una palabra, demostrando lo complejo que puede llegar a ser el uso de una sola seña en la pragmática cotidiana de la Lengua de Señas Mexicana.
En español utilizamos un recurso lingüístico llamado “polisemia”, que se da cuando una palabra o signo tiene más de un significado o aceptación, y los cambios se dan en la aplicación de las palabras: vemos el vocablo bomba que por sí solo puede ser una “bomba de aire” o una “bomba explosiva”, pues bien, lo importante es la aplicación de la palabra en una situación o contexto.
Dicho eso, en la LSM existen palabras polisémicas que se configuran a través de los cambios morfológicos de la seña que lo sitúa en lo antes mencionado, los elementos importantes que determinan el significado son el gesto y el movimiento. Veamos la seña de aprovechar: se articula con la mano dominante en configuración de la letra a, en una posición dorsal meñique abajo frente al receptor, pegado al pecho derecho con un movimiento rápido y lineal arriba; esa misma seña, al modificar el gesto por desagrado y el movimiento lineal lento y arriba, se convierte en abuso.
En el libro Lo que hace a un intérpreteser intérprete, José Luis Magaña nos indica que el signo lingüístico –o palabra– cumple la función que como usuarios le damos significado según el contexto: la significación es el entendimiento que un grupo de personas le da al signo en determinado contexto. Por lo tanto, según el acuerdo general, “árbol” en ciertos contextos va a significar un tipo de planta, pero en otros contextos puede tener otro significado, por ejemplo: “árbol de levas” deja de ser una planta para transformarse en otro concepto, y solo los que están familiarizados sabrán qué significa.
Así pues, solo cuando se está acostumbrado al uso de la lengua de señas sabremos cuáles ocupar. Si me preguntan por la palabra volar, el uso más común sería el clasificador que describe objetos aéreos, una nave espacial, un insecto, ave sobrevolando o inclusive una metáfora visual, y así es como se traza el significado en la lengua de señas, no se alude a lo que la simple palabra quiere decir.
Por ello la importancia de no ceñirnos a la simple etiqueta de la palabra: debemos pilotar con cuidado y reflexionar en sus variantes para representar la seña más adecuada y natural al contexto. Cada que me preguntan por una nueva seña les digo: “Todo depende”.