La reserva H2A
H2A es el ejemplo de cómo cambia una ciudad, cómo se transforma y pierde la riqueza natural que tenía. Este espacio es una zona importante para Oaxaca, ya que la ciudad no cuenta con una planeación para establecer parques urbanos.
En 1950, alrededor del 30 % de la población vivía en las ciudades, hoy en día la cifra es del 55 %, pero ahora de una población que desde entonces ha incrementado 200 % a nivel global.
Este crecimiento poblacional y urbano no es un cambio exclusivo de Oaxaca, ni de las ciudades en México, sino que se trata de un cambio generalizado observable en todo el mundo. Esto pone en jaque el reto frente a los desafíos que se le presentan a la humanidad, como la crisis climática, la contaminación, las epidemias y pandemias, la pérdida de espacios naturales para recreación, el uso indiscriminado e insostenible de los recursos naturales y la pérdida de biodiversidad, entre muchos factores más, que se traducen en la degradación de la calidad de vida.
En 1950, la población en el estado de Oaxaca era de 1.4 millones de personas, y para 2020 se cuadriplicó, sumando 4.1 millones de habitantes. Pero en esta ciudad y las zonas conurbanas pasamos de 47000 habitantes en 1950 a casi 726 000, 15 veces más, y se prevé que para 2030 llegaremos a ser más de 800 000. De allí surge la importancia del mantenimiento y conservación de parques y reservas como el H2A.
Oaxaca es conocido como un estado de gran diversidad étnica, cultural y culinaria, y esto no podría ser posible sin su enorme biodiversidad. Este estado tiene el número más alto de especies vivas: tiene más aves, reptiles, cactáceas, agaves que cualquiera otra entidad federativa del país. A continuación hablaremos específicamente de las aves.
En el estado de Oaxaca se tiene un registro de 786 especies de aves, la mayor diversidad en el país. La región de Valles Centrales es un centro de endemismo, lo que significa que las aves se encuentran únicamente en este lugar, como el Zacatonero Embridado (Peucaea mystacalis), el Vireo Enano (Vireo nelsoni) o el Pizarra (Vireo brevipennis), el Mosquero del Balsas (Xenotriccus mexicanus). También se destaca, a nivel de subespecies de aves endémicas, al Rascador Pinto (Pipilo maculatus), subespecie oaxacae, el Gorrión Gorra Canela (Aimophila ruficeps), subespecie australis. Para que quede claro: de todo el mundo, estas dos subespecies se encuentran únicamente en los Valles Centrales de Oaxaca.
Gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Tierra de Aves A.C., ha realizado monitoreos dentro de la reserva H2A para tener una idea de las especies que existen ahí, su importancia y contexto a nivel global. Hasta la fecha, hemos registrado en el parque 103 especies de aves, y seguramente hay más que todavía no hemos detectado, pero entre los hallazgos aparecen datos muy importantes: encontramos, por ejemplo, el Mosquero del Balsas. Esta especie es endémica de México, poco conocida, y es posible que sea parcialmente migratoria; también hemos visto al Vireo Enano, Vireo Pizarra y al Zacatonero Embridado, por mencionar solo algunas de las 11 especies endémicas de México que conviven en la reserva H2A.
Esta reserva es un lugar de encuentro, aves del Este y del Oeste de Norteamérica pasan el invierno juntos aquí; llegan desde Quebec y Oregón y convergen en este espacio protegido. Esto suma importancia a la reserva en el ámbito de la conservación internacional de estas especies, por ejemplo, gracias al monitoreo que hemos desarrollado en el sitio sabemos que El Chipe Trepador (Mniotilta varia) y el Chipe de Lores Negros (Geothlypis tolmiei) usan el sitio de manera regular, invierno tras invierno
Dada la geografía de Norteamérica, en México existe una concentración de especies seis veces más alta que en Canadá. Esto es muy importante, porque conservar las 17.5 hectáreas de la reserva H2A equivale a conservar más de 100 hectáreas en Canadá para la protección de estas especies migratorias.
La reserva nos permite medir la influencia del crecimiento de la urbe sobre la biodiversidad de aves y dar hospedaje a las aves migratorias que año tras año visitan Oaxaca. Es nuestro deber conservar estos espacios de vida para el bienestar de las generaciones presentes y futuras, tanto de aves como de humanos.