El rebozo, la bandera que portan las mexicanas
Oaxaca de Juárez, Oax.– El rebozo es una de las prendas, por no decir que casi la única, con un uso generalizado en todo el país, que da identidad a las mujeres mexicanas. Es una de las más buscadas y llevadas. De todos los colores, lisos, con dibujos, para fiesta o para luto, el rebozo, no hay duda, tiene un uso indispensable en la indumentaria de las mujeres mexicanas. También tiene un uso práctico y moderno: no es difícil ver a mujeres cargando a sus hijos en el rebozo en las ciudades cuando hasta hace poco sólo se veía en las zonas rurales.
El rebozo, afirma Hector Meneses, director del Museo Textil de Oaxaca (MTO), “ha estado cobijándonos, protegiéndonos, cubriéndonos, abrazándonos durante muchos siglos, independientemente de dónde estemos ubicados geográficamente, de qué lengua hablemos, de cuáles sean nuestras creencias, el rebozo ahí está. Y pasa literalmente, como la lengua, de la madre a los hijos y así se va de generaciones en generaciones. Con este ánimo, de unidad, en medio de un mundo tribulado por muchas cosas, vemos en el rebozo una unión a nivel global donde todos, a partir de las telas, podemos reconocer, respetar, identificarnos en nuestras similitudes, contrastarnos nuestras diferencias, pero siempre respetando nuestros distintos puntos de vista”.
Y, para reconocer la importancia de esta prenda tan mexicana, el Museo Textil de Oaxaca —siguiendo la estela de las exposiciones en el Museo Franz Mayer, en la Ciudad de México, y el Museo de la Moda y el Textil, en Londres, Gran Bretaña— ofrece una de las muestras más importante en la historia de este recinto: El rebozo, don de La Llorona.
De Ávila afirma que para entender el origen del rebozo hay que hacerlo “por capas, porque así hay que verlo: cómo ha construido la sociedad mexicana a esta prenda”. Para este investigador incansable de los textiles mexicanos, “hay mucha mitología en torno al rebozo; se dice mucho que no se sustenta en lo que podemos ver en los rebozos antiguos que han sobrevivido. Hemos tenido la suerte en esta ocasión de contar con el Museo Franz Mayer, que nos ha prestado 11 de los rebozos más tempranos, más hermosos, más meritorios que se conservan, rebozos mexicanos. Pero también estamos mostrando textiles análogos de otras partes del mundo y, por medio de ellos, estamos tratando de crear, y esperamos que esto sea evidente para quienes nos visitan, una nueva forma de ver cómo se ha construido colectivamente esta prenda”.
Toda la planta baja del museo, con sus tres salas, está dedicada completamente a esta prenda tan mexicana, cuyas raíces tienen un origen híbrido, donde un modelo externo se amalgamó con el telar de cintura prehispánico. Siempre, nos cuenta el curador de la exposición, Alejandro de Ávila, “se ha querido ver en el rebozo reflejos de la Nao de China y los tejidos orientales, pero investigaciones recientes apuntan a un vínculo fuerte con las tradiciones islámicas, tanto en su técnica como en su diseño”.
Alejandro de Ávila explicó que lo que querían plantear sobre el origen del rebozo es que “tiene raíces indígenas mesoamericanas, pero que también fue influenciado por una herencia que solemos negar en México y en América Latina, me refiero a la herencia árabe. Vemos claros paralelos, en técnica y en diseño, con tejidos hechos con la misma técnica, la reserva de amarres, ikat, y además de lo que creemos fue una influencia en la etapa temprana del periodo de dominación cultural de México y América Latina, por parte del Imperio español”.
Además de esta influencia árabe, el curador hizo una pequeña explicación de otras influencias, donde se percibe “la impronta de la moda parisina. Me refiero a lo que se puso en boga en Francia, a raíz de la embajada del rey de Siam del siglo XVII, esto lo escribe Voltaire. Y creemos que lo que causó furor entre los círculos de la élite francesa también llamó la atención de los tejedores y tejedoras y tejedores mexicanos, que buscaron emular lo que era una moda global”.
La Llorona
Sobre el nombre de la exposición, El rebozo, don de La Llorona, Alejandro de Ávila cuenta que le dieron ese nombre aludiendo a la canción “que cala muy hondo en el sentir de los oaxaqueños, especialmente en la gente del Istmo. Porque es una canción muy emotiva, muy poética. Y una estrofa de La Llorona pide precisamente que la persona desvalida que entona el canto sea cubierta por el rebozo, abrigada como una criatura [Ay de mí, Llorona, Llorona, llévame al río, ¡tápame con tu rebozo, Llorona, porque me muero de frío]”.
Así, el rebozo no sólo nos sirve para abrigarnos, para el doctor De Ávila también “nos ofrece, efectivamente, un espacio común para sentirnos arropados. Y queremos creer que este museo puede albergar esa esperanza de convivencia a futuro”. Ese futuro en el que las mujeres, y por qué no los hombres, porten los rebozos como una bandera de orgullo, de respeto por las manos de los artistas que los crean.
Los rebozos
Esta exposición cuenta con 11 rebozos mexicanos del siglo XIX prestados por el Museo Franz Mayer. Además, muestra otras piezas de Rusia, Ecuador, Guatemala, África y sureste de Asia. Y, por supuesto, rebozos actuales de Tenancingo (Estado de México), hechos por el maestro Luis Rodríguez, de Santa María del Río (San Luis Potosí) y de Oaxaca.
Pueden visitarla en el MTO, Hidalgo 917, en el Centro Histórico de Oaxaca de Juárez, hasta el mes de abril de 2016.