Planta hidroeléctrica La Luz en San Agustín Etla, Oaxaca
Entre las montañas que rodean San Agustín Etla se originan pequeños hilos de agua que conforman corredores de vida, que, al juntarse, configuran el Río San Agustín, o Río grande, así conocido por la gente de la misma comunidad. Dada la cantidad de este vital líquido, San Agustín Etla fue un espacio ideal para que durante el auge industrial del Porfiriato se instalaran allí las conocidas fábricas textiles; la abundante agua se aprovechaba tanto para estas como para la operación de unas hidroeléctricas conocidas como La Luz, levantada en 1883, y La Soledad, construida veintiséis años más tarde. Hubo grandes sueños en Oaxaca en esos años: la minería, el ferrocarril y las fábricas de textil, alimentados con la energía eléctrica y el motor de vapor, iban a ser los propulsores para un mejor futuro. Aunque esta época del positivismo industrial ya quedó atrás, sus edificios conforman hoy un valioso patrimonio arquitectónico en el estado. Sin embargo, mientras que la fábrica y la planta de La Soledad fueron rescatadas por el maestro Toledo, La Luz, la primera hidroeléctrica que alimentó a la ciudad de Oaxaca, fue abandonada, saqueada y, desafortunadamente, hoy se encuentra en ruinas.
La industria textil se hizo presente en México a partir de 1830. Para el año de 1837 se crearon 4 fábricas modernas de hilados en Puebla, y para 1844 existían ya 47 fábricas en todo el país. Rodríguez Velasco (2011) en su libro Capitalismo y modernización en Oaxaca, señala que la industria textil llegó a Oaxaca cuatro décadas más tarde en comparación con otras entidades del país. Aun así, las fábricas textiles impactaron su entorno físico y social: introdujeron una nueva arquitectura industrial que incluía obras hidráulicas que aprovechaban la fuerza y abundancia del agua para generar la fuerza motriz. Así, las primeras dos fábricas, San José, en San Agustín, Etla, y Xía en la Sierra Juárez, fueron fundadas en 1873. En 1883 se estableció una más: la majestuosa Soledad Vista Hermosa, también en San Agustín, fundada por José Zorrilla, quien se benefició con exenciones fiscales que le concedió el gobernador de ese momento, Luis Mier y Terán, a cambio de montar un motor hidráulico de sesenta caballos de fuerza, conocido como La Luz, para beneficiar, además, a la ciudad de Oaxaca.
Para realizar el diseño de la fábrica y de su hidroeléctica, se contrató a los hermanos Tort i Ràfols, quienes trabajaban como arquitectos e ingenieros para el sector privado. La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova resguarda una colección importante de sus mapas, planos y dibujos originales que realizaron en diferentes proyectos en los estados de Oaxaca y Chiapas a finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX. Su obra es amplia, desde el diseño de fábricas de textil y de azúcar, hasta la renovación en un estilo afrancesado de casas particulares en el centro de Oaxaca. Los planos que abundan son los de la hidroléctrica La luz. Hay alzados de sus fachadas, detalles del edificio, pero también de la tubería que alimentaba las turbinas, las instalaciones hidroeléctricas y de la electrificación de la villa de Etla y de la línea a Oaxaca. Además, entre las fotos del álbum del viajero Charles Hamilton, también conservadas en la BIJC, se encuentra una donde se aprecia el edificio en funciones al inicio del siglo XX.
Con la intención de conocer el edificio plasmado en los planos y fotos, personal de la BIJC organizó, junto con el Comisariado de Bienes Comunales, una excursión el día 1 de agosto de este año. Hoy, el elegante edificio de la hidroeléctrica La Luz sigue en pie a unos cinco kilómetros de la comunidad, en una cuenca boscosa pero bien conservada, entre los arbustos y los árboles que conforman un hermoso paisaje. Es un modesto edificio porfiriano desplantado en un pequeño plano arriba de un fresco arrollo. Frente al edificio pasa el canal de agua que conduce a la presa en la comunidad de San Agustín Etla. Es un lugar idílico y nostálgico que evoca otros tiempos. Por su importancia para Oaxaca, y por su relación con la fábrica de la Soledad Vista Hermosa, la construcción merece una cuidadosa restauración antes de que sea demasiado tarde. Determinar un uso social adecuado, que permita disfrutar de este pequeño paraíso sin destruir la calma y el silencio que hoy reina en el lugar es sin duda un desafío. Agradecemos al Sr. Érick Pérez Ruíz, comisariado de Bienes Comunales, por permitirnos el acceso y guiarnos
al lugar.