Mensaje a los jóvenes árabes establecidos en América
(Pronunciado en Boston en 1925)
El pensador y artista Gibrán Jalil Gibrán nació en 1883 en Bisarri, al norte de Beirut. Emigró a los 11 años, junto con sus padres, a los Estados Unidos de América. Años después volvió a su tierra, donde se habían quedado sus tres hermanos, y vivió allí un par de años; luego se estableció en Paris de 1904 a 1910. Regresó a América y se mudó a Nueva York, donde fundó y colaboró con algunos periódicos y escribió novelas como El loco, Jesús, hijo del hombre y El maestro; la más célebre de sus obras es El profeta. Desarrolló un estilo literario rebelde, revolucionario y que se manifestaba en contra de la tiranía que sufría su tierra; posteriormente, tanto en su obra escrita como en la pintura, toca temas místicos y espirituales, insistiendo en que el hombre debía buscar en lo íntimo y personal las características para mirarse en lo universal.
Tengo una fe inquebrantable en vosotros y en vuestro destino. Creo que vosotros contribuiréis a esta nueva civilización. Creo que habéis heredado de vuestros ancestros un sueño legendario, sus canciones y su divinidad que, orgullosamente, podéis ostentar en estas tierras de América.
Creo que podéis decir a los fundadores de esta gran nación: “Aquí está esta juventud, pequeño árbol cuyas raíces fueron arrancadas de los cedros de Líbano y que están arraigando aquí para dar sus frutos”.
Creo que podéis decir a Emerson, Whitman y James: “En nuestras venas corre sangre de poetas, filósofos y sabios, y es nuestro deber ir hacia vosotros y recibir, mas no iremos con las manos vacías”.
Así como vuestros padres vinieron a esta tierra a producir riquezas, vosotros, que nacisteis aquí, sabréis producir también riquezas por medio de la inteligencia y la voluntad. Estoy seguro de que vosotros han de ser buenos ciudadanos. ¿Y qué es ser un buen ciudadano? Es reconocer los derechos de las demás personas antes que asegurar los vuestros. Es ser libre en pensamiento y en acción, pero es saber, también, que vuestra libertad está determinada por la libertad de los demás.
Es crear lo útil y lo bello con vuestras propias manos y admirar lo que otros han creado con amor y fe. Es producir riquezas por medio del trabajo, y solo del trabajo, y gastar menos de lo que produzcáis para que no queden vuestros hijos como una carga al Estado cuando vosotros dejéis de existir. Es pararse ante los grandes rascacielos de Nueva York, Chicago, Washington y San Francisco, diciéndoos vosotros mismos: “Yo soy un descendiente de aquellos que han construido Damasco y Biblos, Tiro, Sidón y Antioquía, y ahora estoy aquí para construir con vosotros y con la mejor voluntad”.
Es un orgullo ser americano, pero vosotros debéis tener igual orgullo por vuestros padres y vuestras madres de una tierra sobre la cual puso Dios su mano generosa y pródiga y que dio a la humanidad profetas y santos.
Jóvenes americanos de habla árabe: ¡Yo creo en vosotros!
Leonardo Shafik Kaim, biógrafo y traductor de Vida y Obras Selectas de Jalil Gibrán, asegura: “Y Gibrán no creyó en vano. Su profecía ya es una realidad tangible de polo a polo en el continente de América y en todos los países que registran entre sus ciudadanos la semilla de la emigración libanesa”
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