CONTADORES DE HISTORIAS DE LA MIXTECA
Desde hace dieciséis años hay una orquesta que va y viene por el mundo contando historias. Al principio, sus integrantes sólo eran tres —Edgar Serralde, Patricia García y Rubén Luengas—, ahora suman ocho con Verónica Acevedo, Jorge Martínez Jiménez, Eloy Pérez Velázquez, Sergio Martínez y Pablo Márquez. Se llama Pasatono Orquesta, una agrupación que, además de investigar y recuperar la música de la Mixteca, va contando esas historias de sus pueblos, las que contaban sus abuelos, hechas canciones.
Rubén Luengas es el director de la orquesta y nos cuenta que en su pueblo, Tezoatlán de Segura y Luna, hace como treinta años se perdió la música tradicional, ya nadie tocaba ni componía nuevas canciones, debido al fenómeno de la migración y el contacto con otras culturas. Al salir de su pueblo para estudiar Etnomúsica en la Ciudad de México, y regresar a él, toma consciencia de que la música mixteca estaba desapareciendo. Así, uniendo la música tradicional mixteca con la académica, Pasatono Orquesta emprendió la búsqueda de sus raíces porque, como mixtecos, “estamos seguros de que nuestro origen es nuestro destino”. Y ese destino los ha llevado a recorrer el mundo contando las historias de la Mixteca.
Pero Pasatono no se ha quedado sólo en la ejecución y la investigación musicales. Hay otros dos ejes en su quehacer. El primero es el Taller de Laudería, donde se construyen los instrumentos que antiguamente se tocaban. También crearon una orquesta infantil con veinticinco niños a quienes transmiten su conocimiento musical.
El otro eje, y que les ha supuesto varios premios, es el cine. “En estos últimos años hemos tenido la labor intensa de hacer música para cine y no nada más componer y ejecutarla, sino también intervenir en las películas. Por ejemplo, en poner músicos a cuadro, asesorar a los directores para los instrumentos que quieren que salgan y que sean congruentes con la historia. Un proyecto donde la investigación nos da las herramientas para poder decir ‘A esta película le queda este instrumento, esta música’”.
Su notable labor ha fructificado en varias películas, pero hay dos cortos que han sido ganadores de un Ariel al mejor cortometraje en 2013 y 2014: La tiricia o cómo curar la tristeza, de Ángeles Cruz. Pasatono Orquesta tiene un texto grabado titulado Tiricia y Ángeles Cruz le pidió a Rubén Luengas si podía hacer un corto basándose en su argumento. “Hacíamos un espectáculo de monólogo con música —cuenta el director de la orquesta— y a partir de ese argumento ella hizo un guion y después consiguió el financiamiento para filmarlo. Yo compuse la música, Pasatono la tocó y ganamos el Ariel”.
El otro corto ganador del Ariel es Música para después de dormir, de Nicolás Rojas. “Ahí Pasatono no sale a cuadro, pero ganamos el Ariel este año como mejor cortometraje”, relata Rubén Luengas.
El disco más reciente de Pasatono Orquesta es Maroma, una colección de canciones donde los músicos retoman el tema de la maroma, el circo tradicional mixteco —sin animales ni carpa—, y hacen una propuesta diferente a lo que venían haciendo. Con esta producción musical querían “decir algo nuestro, propio, a partir de nuestros instrumentos, nuestras formas musicales”. Maroma es un parteaguas que marca a Pasatono musicalmente en la producción, en los arreglos y les da pie para interactuar con otros artistas como son los de la Compañía de Maroma de San Miguel Amatitlán de la Mixteca. Este encuentro con los maromeros los llevó a algo más, a la Maroma Intercultural, un espectáculo en el que la música es el hilo conductor, mientras que en el escenario se van intercambiando los versos con la acrobacia, la música, la pantomima y la poesía. Todo esto con la actuación de Compañía de Maroma, de Charlotte Pascayre, una alambrista francesa que forma parte de Transatlancirque, y la coordinación y un monólogo de la cineasta y actriz Ángeles Cruz.
La Maroma Intercultural se presentó los pasados 20 y 21 de septiembre en el Centro Cultural de San Pablo, Oaxaca. Es una coproducción que trabajaron durante meses con la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, donde los intereses en común se unieron para hacer su versión de las artes circenses para seguir contando historias.