Boletín FAHHO Digital No. 41 (Ago 2024)

168 aniversario de la primera serie postal en México

Luis E. Sánchez
Primera serie postal en México. Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

Hablar de la filatelia mexicana es, sin duda, hablar de la historia de nuestro país. Cada pedazo de papel difunde la cultura, el arte y las costumbres que nos marcan como una sola nación, pero también existe la otra parte, la filatelia como narradora de hechos complejos y convulsos. En México, durante el siglo XIX, se vivió una grave inestabilidad política, lo que causó una guerra civil entre liberales y conservadores, con cada bando defendiendo sus ideales. En estas condiciones de caos político y social, la sociedad mexicana presenció la aparición del primer timbre postal.

Hace 168 años, en febrero de 1856 y siendo presidente interino de la República mexicana Ignacio Comonfort, se publicó el decreto que ordenaba el uso de timbres de correo. Seis meses después, el 1 de agosto del mismo año, fue puesta en circulación la primera serie, la cual se compone de cinco timbres postales que llevan grabado el busto de Miguel Hidalgo y Costilla. Esta serie se conforma de cinco valores y colores diferentes: medio real en color azul, un real en amarillo, dos reales en verde, cuatro reales en rojo y ocho reales en color lila. El grabado de los timbres estuvo a cargo de José Villegas, director de la Imprenta del Gobierno en aquellos años, y, debido al carácter artesanal de la producción de los primeros timbres postales, podemos encontrar hasta nuestros días un sinfín de tonalidades en los colores.

Ya puesta en marcha esta novedosa forma de enviar correspondencia, México seguía viviendo una continua guerra civil. En muchos lugares el Gobierno no tenía mayor autoridad y abundaban grupos de bandidos que asolaban los caminos y constantemente asaltaban las diligencias que transportaban los timbres de correo. Así que para evitar el consecuente daño al fisco, fue necesario asegurar que los múltiples envíos de timbres no fueran robados antes de ser entregados a las administraciones en todo el territorio nacional. La solución fue algo único en la historia del correo mundial: se reglamentó que cada uno de los timbres se contramarcara/sobrecargara con el nombre del distrito postal a donde fueran enviados, de modo que, cuando los timbres no tuvieran esta señal, no tendrían valor alguno. Esta disposición concluiría en 1883, al prohibirse a las administraciones sobrecargar cada timbre con el nombre del distrito. Sin duda alguna, este acto hizo que la filatelia mexicana se convirtiera en una de las más interesantes en el mundo, ya que permite a los interesados no solo coleccionar de forma tradicional, sino por los diferentes distritos y cancelaciones que se utilizaron en cada uno de estos.

Dos reales sin sobremarca. Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca.
Par de timbres con sobremarca: Medio real, distrito OAJACA. Acervo del Museo de la Filatelia de Oaxaca

El fin de la primera serie de timbres postales llegó con el triunfo de los liberales en recursos tenían que devolver las cartas, ya que el remitente ponía la carta en el correo y el destinatario pagaba el porte. A partir de la aparición de los timbres postales, el porte, el peso y la distancia debían ser cubiertos por el remitente. De esta manera el nuevo servicio de franqueo estuvo al alcance de todos los mexicanos, convirtiendo a las estampillas postales en objetos muy preciados por los filatelistas debido a su gran valor cultural en la historia de nuestro país.

Si quieres conocer más del tema, te invitamos a que visites nuestra biblioteca especializada José Lorenzo Cossío y Cosío, ubicada en el Museo de la Filatelia de Oaxaca. También podrás admirar en el interior del MUFI una de las joyas de la filatelia mexicana: la famosa fajilla del distrito de Yzamal, Yucatán, con un franqueo de 104 reales, el más grande conocido de la primera emisión de 1856.


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