Boletín FAHHO Digital No. 40 (Jul 2024)

Memorias de letras entretejidas

María Isabel Grañén Porrúa
Fotografías: Acervo de Comunicación FAHHO

La nave de la Biblioteca Francisco de Burgoa es un túnel del tiempo lleno de historias que dejan leerse, algunas en sus libros, pero hay otras muy intensas que se viven diariamente.

Si uno agudiza el oído y usa la imaginación, puede escuchar los disparos de cañones que anuncian a la población la llegada de la nao al puerto de Veracruz. La gente espera con ansias las noticias del Viejo Continente. El Comisario del Santo Oficio de la Inquisición se adelanta para revisar los cargamentos. Uno de los barriles tiene un letrero que dice “avellanas”, pero, al abrirlo, encuentra algo escandaloso: ¡libros prohibidos! Algunos van directo a la hoguera, en cambio, otros se libran de ella y así varios textos que perturban las buenas conciencias, como las novelas de caballería, circulan en la mentalidad de los habitantes del Nuevo Mundo.

No faltan aquellos viajeros que colocan sus libros entre sus ropas, y otros frailes, como el arzobispo fray Juan de Zumárraga, traen de Europa sus bibliotecas personales. Aguantan los mareos, el calor, el hambre y las incomodidades que implican los eternos días de trayecto en el camino a las Indias.

Los cargadores depositan los baúles con libros en los lomos de las mulas que van hacia la Provincia de Antequera. Unos serán para los conventos de los carmelitas, jesuitas, agustinos, betlemitas y, la mayor parte, para los dominicos. Los frailes eran humanistas, requerían libros y no escatimaban recursos para adquirirlos. Así, las bibliotecas de Oaxaca no tenían nada qué envidiar a sus contemporáneas en Europa.

Al cabo de los años, estos libros estuvieron expuestos a múltiples aventuras; sobrevivieron a terremotos, incendios, inundaciones, guerras, insectos, roedores y también al descuido y al pillaje. Pero, milagrosamente, se conservaron y, hace treinta años, el maestro Francisco Toledo tomó la iniciativa de organizar, catalogar y restaurar unos 27 000 libros que habían quedado desordenados en una bodega de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Olvidada, ahí estaba una de las mejores bibliotecas de México y, afortunadamente logró ser trasladada a una nave del exconvento de Santo Domingo.

Este año celebramos los treinta años de aquel rescate del que resultaron muchas otras historias. La Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca siempre ha estado cerca de este proyecto y celebra que existan guardianes incansables que trabajan diariamente para conservar los libros, fotografías, documentos y periódicos que hoy forman la Biblioteca Francisco de Burgoa, un lugar de confluencia con las miles de personas que la han visitado. Estoy segura de que para cada una de ellas, la Biblioteca significa un cúmulo de encuentros afortunados que enriquecen las historias narradas en los libros y la vida de cada uno de nosotros.


Lo sentimos, la página que buscas no existe.

¡Muchas Gracias!
En breve nos pondremos en contacto contigo.